No estaban seguros de como salir, pero tenían que hacerlo y rápido, esas cosas gritaban , aporreaban la puerta y las ventanas.
-¡Estamos atrapados! Grito Anais desesperada
-Tranquila, déjame pensar un momento. Le dijo Carlos.
-¿Por
qué no subimos a la azotea y les tiramos cosas para hacer ruidos lejos y
así llamar su atención a otro sitio? Dijo de repente Sofía.
Parecía
una idea genial,tampoco tenían muchas más, cogieron algunos objetos y
en silencio subieron a la azotea de aquella casa, desde allí pudieron
ver las calles, y trazaron una ruta de huida.
Comenzaron a tirarlos, no estaban seguros de si funcionaría o no pero no les quedaba muchas opciones por probar.
-Eh mirad, ¡funciona! Dijo Sofía pegando saltitos.
Así era, esas “cosas” estaban confundidas, y empezaron a moverse hacia
el lado derecho lo cual era perfecto pues la salida mas próxima quedaba a
la izquierda.
Era el momento de salir, corrieron escaleras
abajo y con mucho cuidado y en silencio abrieron la puerta, salieron
escondiéndose entre contenedores y coches hacía una calle que desde la
azotea parecía segura.
Corrieron sin dirección, no sabían a donde ir, se escondían y rezaban para que esas “cosas” no los vieran.
En ese momento José que no había abierto la boca, vio una tienda que parecía vacía y que tal vez seria un escondite seguro.
-Eh chicos, esa tienda parece un buen sitio para esconderse por ahora.
Fueron allí sin saber qué les esperaría dentro, pero ¿qué podían hacer?
Entraron
a toda velocidad y se aseguraron de que no les vieran y de cerrar bien
la puerta. Inspeccionaron la tienda y efectivamente parecía seguro.
-¡Uuf! Que cansada estoy. Resoplo Sofía
-Si,
hemos corrido mucho, dijo Anais mientras miraba con cautela por el
pequeño escaparate de la tienda para asegurarse de que esas “cosas” no
los habían visto.
-Tranquila, si nos hubieran visto ya estarían dando golpes al escaparate, dijo José.
Anais
no podía dejar de mirar por aquel escaparate, se fijo por primera vez
desde aquella locura en su ciudad, siempre le pareció que era bonita,
tenía muchos parques, estatuas preciosas, grandes glorietas con fuentes
que por las noches se iluminaban de colores, pero ahora.... ahora era
desolador, contenedores tirados por el suelo, coches estrellados, sangre
por todas partes... y en ese momento se dio cuenta de que ya nada es
igual, nunca volvería a poder disfrutar de un paseo por el centro de su
ciudad, ni disfrutar de las fuentes de colores, no ya todo eso
desapareció para siempre.
-Oye no te preocupes tanto, tranquila todo saldrá bien. -Le dijo Carlos.
-Anais nos debes tu historia. -Dijo Sofía casi con un tono burlón de enfado mientras se cruzaba de brazos.
-Sofía, estoy muy cansada y hambrienta, comamos algo descansemos y te contaré mi historia. -Dijo Anais en un suspiro.
Parecía
que la niña se conformo con esas palabras y eso hicieron, cogieron
algunas latas de conservas y se las comieron con mucho gusto.
Carlos
no paraba de dar vueltas por toda la tienda, estaba muy pensativo e
intranquilo, no podía dejar de pensar en como esas “cosas” pudieron
saber que estaban en aquella casa llamada hogar.
-Carlos, ¿que ocurre? -Se interesó Anais.
-No, nada es solo que... ¿como sabían que estábamos allí?
-No
lo se, pero no te preocupes por eso ahora. -Le quiso tranquilizar, pero
ella también estaba bastante preocupada, ¿es que no podía estar segura
en ningún sitio?¿Esas “cosas” no la iban a dejar nunca disfrutar de un
rato de tranquilidad?
Aquella tarde la pasaron contando
historietas, Anais se enteró de que Carlos tenía 22 años, que estaba
estudiando periodismo y que le apasionaba su carrera.
Sofía
estaba en 4º de primaria y le encantaba ir al cole, tenía muchos
amiguitos y se lo pasaba según ella “bomba” en los recreos. Y José,
bueno sobre él no quiso hablar... Que chico mas raro pensó Anais.
-Cuéntame algo de ti. -Le propuso Carlos mientras se sentaba a su lado.
-Oh,
pues yo... -Anais se puso colorada sin quererlo, -tengo 21 años, y
quería estudiar psicología pero no me daba la nota, con que hice un
grado superior y bueno buscando curro ya sabes...
-Chicos como podríamos llamar a esas “cosas” ¿zombis? -Dijo Sofía
Anais estaba confusa, ¿Zombis? No de eso nada, había leído suficiente sobre ellos.
-No,
los zombis eran esclavos, personas que se suponen morían y volvían a la
vida pero no era verdad, los que practicaban vudú decían eso, pero en
realidad los tenían como esclavos, posiblemente drogados.
-Vaya si que sabes de esto ¿no? Dijo Carlos con una sonrisita burlona.
-Entonces, ¿como los llamarías?
-Pues yo... no lo se, ¿caminantes? ¿muertos vivientes?
+Eso es muy típico señora lo se todo sobre zombis. -Siguió burlándose Carlos
Entre
risas y sin darse cuenta, se les hizo de noche y decidieron irse a
dormir, querían madrugar para por la mañana con las ideas mas claras
trazar un nuevo plan, sabían que no era seguro permanecer en aquella
tienda mucho tiempo, y todos se fueron a dormir, todos excepto José.
@Anamitq
domingo, 2 de diciembre de 2012
Nada es igual (capitulo3)
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Publicado por
Pilar Giralte (Aishabatgirl)
en
domingo, diciembre 02, 2012
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