¿Cómo
contar la historia de la vida si yo he formado parte de ella durante
tan poco tiempo? Si tan siquiera la conozco en su plenitud, sólo un
pestañeo de un lugar y de un momento que no dice nada pero que, sin
embargo lo dice todo.
domingo, 2 de diciembre de 2012
LA VIDA CAPÍTULO 1
Puedo,
entonces, contaros la vida que he podido observar y conocer, que a
muchos resultará conocida y a otros muchos todo lo contrario.
La
vida puede ser azar, pues por pura casualidad en la unión de dos
personas nace otra, y es ese individuo y no otro el que nace y
comienza a formar parte de un mundo que ahora se convierte en el
suyo.
La
vida puede estar regida por el azar, pues por pura casualidad en la
unión de dos personas nace otra, y es ese individuo y no otro el que
nace, y comienza a formar parte de un mundo que ahora se convierte en
el suyo.
Es
tan extraño ser uno mismo física y mentalmente y no cualquier otra
persona…
Es
de lógica, entonces, pensar que yo existo porque un día nací.
Supongo que hasta ahí estaréis todos de acuerdo conmigo.
El
lugar en el que nací es conocido como el Barrio 13, y es en el que
he residido durante toda mi vida, como es normal. Si naces en un
Barrio, lo lógico es que te quedes ahí. Todo el mundo lo hace y yo
no iba a ser el primero en romper con lo establecido.
Desde
pequeño mi familia había seguido el “Modelo Lógico de Familia”,
por lo menos según las costumbres del Barrio 13, porque es verdad
que dependiendo de aquel en el que te encuentres pueden variar
algunas costumbres, pero básicamente el “Modelo Familiar” es el
mismo en todos.
Mi
madre es una mujer trabajadora, ama de casa. Mi padre trabaja en la
fábrica de vidrio, la que está entre el Barrio 12 y el mío. Un año
hubo un incendio en la fábrica que, a pesar de poder ser contenido
con eficacia, ocasionó un grave accidente. En concreto fue a mi
vecino el de la izquierda, el pobre desde entonces no pudo usar su
diestra.
Nuestras
casas están dispuestas en calles paralelas unidas entre sí cada
varias manzanas y no se suelen diferenciar en mucho. Algún vecino
cambia algo de vez en cuando para hacerla más personal, incluso
recuerdo a un vecino que se atrevió a poner un gnomo en el jardín
¡Qué locuras! Diréis. Pues sí. La gente pasaba por delante de su
casa sin dar crédito a sus ojos. El gnomo no solo era una novedad en
sí, si no que poseía unos colores tan llamativos que hacían
destacar su casa entre todas, como un faro en una noche de niebla
frente al mar. Esto le ocasionó el vacío de algunos vecinos, porque
no entendían qué le había pasado al vecino del gnomo para hacer
una cosa así. En los Barrios todo marcha bien, porque todos actuamos
igual, no hay otra manera de hacerlo, y ese hombre… ¿Qué
pretendía? Bueno, no os podéis ni imaginar el revuelo que levantó
el gnomo de jardín, al final el hombre se arrepintió, pidió
disculpas a sus vecinos y quitó el gnomo del jardín. Los vecinos
volvieron a hablarle como antes y todo volvió a la normalidad.
Todavía cuando pasas delante del jardín ves que la hierba donde
había estado el gnomo está un poco más seca.
Un
mes después de este suceso murió de una parada cardiorrespiratoria
el único habitante de la casa 1823, paralela a la mía. El vecino
fallecido era uno de los hombres más sanos que yo haya podido
conocer. Este hecho y diversos acontecimientos que sucederían más
tarde hicieron que me replanteara la teoría de que la vida puede
estar dirigida por el azar, para llegar a la conclusión de que
podría estar marcada por un destino ya fijado.
Etiquetas:
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Publicado por
Pilar Giralte (Aishabatgirl)
en
domingo, diciembre 02, 2012
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