jueves, 1 de noviembre de 2012
La excavación arqueológica
Dedicado
a Ana Gil. Con mucho cariño.
Trabajar
en verano en una excavación arqueológica es excitante… los cinco primeros
minutos. Luego te das cuenta enseguida de que ni el excesivo calor ni el sentir
que tienes arena en partes de tu cuerpo que ni sospechabas que existían le
aporta romanticismo a la aventura. Sobretodo si, tras un mes no has dado con
otra cosa más que piedras y polvo.
En esta
situación me encontraba, a una hora de irme al campamento a descansar cuando
mis ojos se encontraron con la punta de algo que no parecía arena ni roca,
ilusionado pero con poca fe escarbé alrededor tratando de no dañar nada. El
corazón casi se me sale del pecho cuando vi que se trataba de un fósil del cual
aún no sabía su procedencia, pero que se hundía en la tierra demostrando que no
se trataba de un simple fragmento normal, sino de una pieza de un tamaño poco
usual en este tipo de descubrimientos.
Grité,
avisando a mis compañeros que viniesen corriendo a compartir conmigo el momento
del hallazgo y que sacasen vídeo e imágenes del mismo. Pronto, a mi alrededor
se formó un círculo de gente ansiosa por vislumbrar algo, empujándose unos a
otros con el fin de estar en primera fila. Sonreí, posando para la foto y
anuncié: “Hoy es un gran día para la arqueología, si tenemos suerte (y cruzo
los dedos para que así sea) encontraremos en estas tierras el famoso eslabón
perdido y seremos famosos a través de los siglos”
Sí,
puede que la frase sonase algo presuntuosa, pero me salió así del alma, ya
estaba harto de trabajar en esas condiciones y sin apenas subvenciones,
sabiendo que cada día que pasaba sin encontrar nada se acababa la esperanza y
mis oportunidades de ser un gran descubridor, pero ahora todo iba a cambiar, en
mi interior sabía que había dado con algo importante, y, como que me llamaba
Tadeus Sasimov Theus que mi nombre sería estudiado en los libros de historia.
Diez años más tarde…
El guía
esperó pacientemente a que el grupo al completo llegase junto al cordón de
seguridad y empezó el discurso:
-Como
todos ustedes saben, nos hallamos ante el mayor descubrimiento arqueológico y
científico de la historia. Pocos creían que fuese posible saber el origen de
nuestra especie, pero el Doctor Sasimov creía en esa posibilidad y no descansó
hasta que lo descubrió.
Gracias
a este hallazgo conocemos más de nuestra fisiología, ya que, asombrosamente, el
fósil no se compone de pequeños fragmentos como es habitual sino que se trata
de un especímen completo, preservado intacto en piedra durante millones de
años.
Parece
mentira que descendamos de él debido a su pequeño tamaño y sus forma primitiva,
pero sin duda notarán ciertos aspectos familiares, ¿a quién no le recuerda a un
cuñado o una suegra?
Bromas
aparte, el fósil TST o más familiarmente conocido como “Tostador” llamado así
por las siglas del nombre del científico que lo descubrió, también recibe ese apelativo por
el hecho de que recientes informes indican que su principal función era,
precisamente la de tostar pan.
Ya ven
que nuestra especie ha evolucionado asombrosamente y más desde que conseguimos
eliminar la amenaza que suponía para nuestra supervivencia la infame humanidad.
Si me
siguen, podrán disfrutar en nuestra sala de relax de un ajustado de tuercas y
un reconfortante baño en aceite caliente para eliminar de sus circuitos toda la
arena. Gracias.
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Publicado por
Pilar Giralte (Aishabatgirl)
en
jueves, noviembre 01, 2012
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6 comentarios:
un corto clásico,pero con final inesperado,concentrado de las teorías,de ser destruidos por nuestra creación,me gusto,corto y completo,espero el próximo.
Me alegro de que te guste.
Era algo que me rondaba desde que vi Battlestar Galáctica.
Un saludo
El café, me sabe más rico cuando lees algo así para acompañarlo. #OleTú
Me ha gustado mucho. Gracias. Ahora, a la espera del próximo relato.
Cristina Solano
Se te habrá llenado el café de arena, jajaja.
Gracias guapa.
Muy bueno... Inesperado final :)
Gracias, oh Diosa. :p
Me gusta sorprender al final.
:-)
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