jueves, 15 de noviembre de 2012
Nada es igual (capitulo 2)
Anais abre los ojos y se despereza, mira a su alrededor, que oscuro está todo,¿cuanto habré dormido?
No lo sabe, pero se siente descansada y una sensación de comodidad y tranquilidad recorre su cuerpo, no sabe porque sentirse cómoda y tranquila le era tan extraño, suponía que por el tiempo que llevaba sin experimentar esas sensaciones., pero le encantaba poder sentirlas de nuevo.
+Buenos días dormilona. Anais se incorpora y ve a un sonriente Carlos, -buenos días ¿cuánto he dormido? +Lo suficiente para descansar, estabas agotada, ¿tienes hambre?
Carlos le acerco una lata de atún un poco oxidada y golpeada, pero en esas circunstancia no iba a encontrar nada mejor. -¡Gracias! Comió con verdadera ansia, estaba hambrienta.
+Hola, ¿por fin despierta? Anais se dio la vuelta y allí vio a Sofía,estaba de pie y mirándola, con esa mirada inocente de niña, Anais le sonríe, -Si, parece que he dormido mucho. +Sip, ¿has dormido bien? - Muy bien, lo cierto es que hace mucho que no dormía así de bien. +¿Enserio?, ¿Por qué? Pregunto Carlos. -Yo dormía en una cama y estaba muy cómoda pero nunca me sentí...segura, estuve sola todo este tiempo y apenas podía dormir, pensaba que si cogía sueño profundo no me enteraría si uno de esos entraba en lo que yo llame casa desde que todo esto empezó.
+Pero, ¿tu estabas sola? Quiero decir, ¿no había nadie contigo cuando todo esto empezó? Anais agacha la mirada, no quiero recordarlo, para ella es demasiado doloroso.
+Vamos Sofía déjala que se acaba de levantar, ya tendremos tiempo de que nos cuente su historia.
+Lo siento, ¿porque no te contamos la nuestra? Dijo Sofía con una sonrisa algo melancólica, que poco a poco se desvanecía. -oh si estupendo Sofi, le contaremos nuestra historia; como es taaan bonita, dijo de pronto José alargando las sílabas de y una forma sarcástica.
No se había percatado de su presencia, pero aquel muchacho no le gustaba, parecía siempre enfadado y nunca le hablaba, Anais no sabía que pensar de él.
+Vamos Sofía, cuéntame vuestra historia, y luego os cuento la mía ¿vale?. Se dio cuenta de que la niña estaba ansiosa por contar su historia, no lo entendía, seguramente sería una historia triste y violenta pero aquella niña se moría de ganas por contarla.
-¡Vale! Dijo Sofía mientras le sacaba la lengua a José de forma burlona.
Verás, José es mi hermano mayor, y cuando todo esto empezó nosotros no sabíamos nada, nuestros padres no querían poner la tele, nos prohibían salir a la calle con alguna excusa tonta, ni siquiera querían que fuéramos al colegio.
Un día, José y yo volvíamos a casa después del cole, y vimos a una mujer gritando y sangrando, yo me asuste mucho, pero José me dijo que seguramente se habría caído y se habría echo daño, que alguien la ayudaría que no me preocupase. Seguimos nuestro camino y vimos a un hombre tirado en la calle lleno de sangre, no se movía. José y yo al verlo decidimos salir corriendo, nos asustamos muchísimo,¿que hacía un hombre tirado, sangrando y sin policías, ni ambulancias? Entonces aquel hombre se levanto y empezó a perseguirnos, parecía un loco ¿sabes a lo que me refiero?, ¡claro que lo sabes! Dijo Sofía casi como en un suspiro.
Llegamos a casa, llorábamos y gritábamos, pero en casa no había nadie. Era extraño
mamá siempre nos recibía y nos preguntaba que tal nos había ido el día, nos recorrimos toda la casa pero estaba vacía, esperamos a que mamá o papá volvieran de donde sea que estuvieran, pero nunca regresaron.
Sofía que hasta ese momento le brillaban los ojos de emoción, agacho la cabeza, una pequeña lagrima recorrió su rostro. -Nosotros no sabíamos que había pasado, los teléfonos no funcionaban, ni la tele, no había ni luz. Y entonces poco a poco aparecieron muchas personas en la calle igual que el que nos persiguió a José y a mi. La comida se agotaba y teníamos miedo. Un día escuchamos que habían entrado en casa, no sabíamos quien podría ser y pensamos que sería mamá o papá que venía a por nosotros y a explicarnos que estaba pasando, y entonces vi a alguien agachado y mirando por nuestra ventana, era ¡Carlos! En ese momento la niña levanto la cabeza, sonrió y sus ojos se volvieron a llenar de brillo. -Lo estaban persiguiendo y vio que podría entrar a esconderse en nuestra casa, el nos ayudó a salir de nuestra casa en la cuál ya no quedaba nada, y nos ha estado protegiendo desde entonces. Es como un papá para nosotros ¿verdad José? +bag, tampoco te pases mocosa, dijo José que parecía molesto por el comentario que acababa de soltar su hermana.
+Sofía no exageres, no soy vuestro papá. Contestó Carlos, que se dio cuenta de la reacción de José a esas palabras.
Estaban pasando un día agradable, aunque a fuera se escuchaba esa maldita realidad, esas “cosas” gritaban, se quejaban y a veces golpeaban las ventanas o puertas y Sofía y Anais se ponían las manos en la boca para no gritar, parecía que sabían que estaban allí.
+¿Nos cuentas ahora tu historia? Pregunto Sofía, Anais resoplo, no quería por nada en el mundo tener que contar su historia, era demasiado dura, agacho la cabeza, no quería y no podía entender como Sofía contaba su historia como si fuera una película que vio en el cine el día del estreno, suponía que era la ventaja de tener aun esa inocencia de los 10 años. -Venga Sofía déjala, la contará cuando se sienta capaz. Dijo Carlos tan atento como siempre.
Anais sonrió, y se dispuso a empezar con su historia aunque solo fuera una parte de toda ella; pero en ese momento algo sucedía, esas “cosas” de fuera parecían más nerviosas que antes, gritaba más y más alto.
Carlos cogió rápidamente una escopeta y fue a mirar por una de las ventanas que estaban siempre cerradas para que no los vieran. Anais se le acercó, +¿qué sucede? -No lo sé, pero no me gusta, no veo nada que explique que estén mas nervioso, solo se me ocurre que nos hayan oído y sepan que estamos aquí y que somos un almuerzo seguro. Esas palabras cayeron como una tonelada encima de Anais, sentía como el estomago se le hizo un nudo, no podía ser verdad, por fin se sentía segura y esas “cosas” de ahí fuera parecían dispuestos a quitárselo todo una vez más. +¿Cómo nos escucharon?, -ni idea pero es lo único que se me ocurre dile a José y a Sofía que cojan provisiones y guarden las cosas en maletas. ¡Nos vamos!
@Anamitq
Etiquetas:
Anabel,
capítulo 2,
ilusiones,
Nada es igual,
relatos,
tinta
Publicado por
Pilar Giralte (Aishabatgirl)
en
jueves, noviembre 15, 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Dí lo que piensas...